V. Completa: ¿Vale más Neymar que un maestro? Y otras cuestiones filosóficas. M. Sandel, filósofo.
Summary
TLDRMichael Sandel, profesor de Filosofía Política en Harvard, aborda la importancia de la filosofía en la vida cívica y cómo debe ser más que un tema académico. Argumenta que la filosofía debe estar presente en el debate público, donde los ciudadanos discutan sobre justicia y la pertenencia. Sandel destaca el interés de los jóvenes en cuestiones de desigualdad, nacionalismo y responsabilidades ciudadanas. Critica la falta de oportunidades en la política y el discurso público para abordar estas cuestiones en profundidad. Expone la necesidad de enseñar filosofía no solo como historia de ideas sino como un conjunto vivo de debates que impactan nuestras vidas. Su curso de Justicia en Harvard, convertido en un MOOC, demuestra el auge del interés global por estos temas. Sandel apuesta por una educación cívica global que promueva el debate y la reflexión sobre grandes cuestiones éticas más allá de las fronteras nacionales, utilizando las nuevas tecnologías para conectar a jóvenes de todo el mundo.
Takeaways
- 🎓 La filosofía política no debe ser un tema puramente académico, sino que debe estar presente en la vida cívica y en el debate de grandes cuestiones como la justicia y la ciudadanía.
- 🌐 Existe un interés general, especialmente entre los jóvenes, en participar en un debate público coherente sobre temas que les preocupan, como la desigualdad, el nacionalismo y la comunidad.
- 📉 La política y el discurso público en muchos países no brindan muchas oportunidades de debatir estas cuestiones en profundidad, lo que puede llevar a una falta de participación ciudadana.
- 🤔 La filosofía insta a reflexionar críticamente sobre nuestras propias creencias y convicciones, y es esencial para examinar las premisas fundamentales sobre el bien, el mal, la justicia y la vida buena.
- 📚 En la enseñanza de la filosofía, es importante conectar los textos clásicos con la vida real y las preocupaciones actuales de los estudiantes para que la filosofía sea relevante y significativa.
- 💬 El aprendizaje filosófico comienza con la participación activa en discusiones y debates sobre temas que son importantes para los estudiantes, mostrando cómo sus convicciones se relacionan con temas filosóficos más amplios.
- 🤝 La desigualdad es un ejemplo concreto que puede utilizarse para conectar la filosofía con la vida contemporánea, al preguntar si es justo que una persona gane miles de veces más que otra.
- 📈 El éxito del curso 'Justicia' en Harvard y su expansión a través de tecnologías de comunicación muestra un gran interés en el aprendizaje y debate de filosofía a nivel global.
- 🌟 La educación cívica debe ser una dimensión global que supere las fronteras nacionales y prepare a los jóvenes para debatir y reflexionar sobre cuestiones éticas de manera activa y crítica.
- 🚧 Los obstáculos para lograr una educación cívica global incluyen una idea limitada de la educación cívica, la falta de un discurso público robusto y la dificultad de crear intimidad en debates a través de tecnologías.
- 👨👩👧👦 Los padres tienen un papel crucial en el desarrollo temprano de la educación cívica, al fomentar la reflexión y el debate sobre cuestiones morales y éticas en el hogar.
Q & A
¿Quién es Michael Sandel y qué asignatura enseña en Harvard?
-Michael Sandel es profesor de Filosofía Política en la Universidad de Harvard. Su interés por la filosofía va más allá del ámbito académico y cree en su importancia en la vida cívica y en el debate de grandes cuestiones como la justicia y la ciudadanía.
¿Por qué considera Michael Sandel que la filosofía debe estar presente en la vida cívica?
-Sandel cree que la filosofía debe estar en la vida cívica porque es un espacio donde los ciudadanos debaten sobre cuestiones fundamentales como la justicia y la pertenencia, y donde se pueden conectar las reflexiones filosóficas con la vida práctica.
¿Qué tipo de interés hay en el público en general y los jóvenes en particular según Michael Sandel?
-Hay un gran interés en el público en general y en los jóvenes en particular en participar en un debate público coherente sobre las grandes cuestiones que les preocupan, como la desigualdad, el nacionalismo y las obligaciones ciudadanas.
¿Qué cree Michael Sandel que la filosofía puede aportar a la sociedad?
-Sandel cree que la filosofía puede instar a la reflexión crítica sobre nuestras propias creencias y convicciones, ayudar a descubrir qué es lo que realmente importa para nosotros como individuos y ciudadanos, y examinar las premisas fundamentales sobre el bien y el mal, la justicia y la vida buena.
¿Por qué Michael Sandel piensa que la filosofía sigue siendo necesaria en la escuela?
-Sandel considera que la filosofía en la escuela es importante porque nos insta a reflexionar críticamente sobre nuestras convicciones y nos ayuda a conectar nuestras vidas con grandes temas filosóficos, fomentando el debate y la participación en discusiones significativas.
¿Cómo cree Michael Sandel que debería ser enseñada la filosofía en las escuelas?
-Sandel sugiere que la filosofía no debe ser enseñada solo a través de la historia de las ideas o la lectura de libros de filósofos del pasado, sino que se debe mostrar que es un conjunto vivo de debates y argumentos que atañen a nuestras vidas, animando a los alumnos a participar en discusiones sobre cosas que les importan.
¿Cuál es el ejemplo que Michael Sandel utiliza para conectar la filosofía con la vida contemporánea?
-Sandel utiliza el ejemplo del aumento de la desigualdad, comparando los salarios de un jugador de fútbol famoso como Ronaldo con los de una enfermera o un maestro de escuela, y cuestionando si esa diferencia es justa, para iniciar un debate sobre el significado de una sociedad justa.
¿Por qué Michael Sandel considera que su curso de Justicia en Harvard tuvo tanto éxito?
-El curso de Justicia tuvo éxito porque conectó la filosofía con las vidas de los estudiantes de una manera accesible y significativa. Además, al filmar el curso y ponerlo en Internet, lograron abrir el acceso a las aulas de Harvard al mundo, permitiendo que cualquier persona pudiera participar gratuitamente.
¿Qué visión tiene Michael Sandel para la educación cívica en una era global?
-Sandel tiene una visión de educación cívica que abarca una dimensión global, en la que los jóvenes de diferentes países participen en debates y discusiones sobre grandes cuestiones éticas, más allá de las fronteras nacionales, utilizando las nuevas tecnologías para fomentar el diálogo y la deliberación.
¿Qué barreras identifica Michael Sandel para lograr una educación cívica más global y descentralizada?
-Sandel identifica barreras como una idea demasiado limitada de la educación cívica, la falta de un discurso público robusto y el desafío de salvar las distancias利用 las nuevas tecnologías para crear una presencia e intimidad en debates entre países y culturas diferentes.
¿Cómo cree Michael Sandel que los medios de comunicación pueden promover una mejor educación cívica?
-Sandel cree que los medios de comunicación pueden ofrecer mejores ejemplos de debate cívico y profundizar en las cuestiones que realmente importan. También sugiere que los medios pueden ser un vehículo importante para la educación cívica, ampliando lo que se hace en las escuelas y conectando con las grandes cuestiones que enfrentamos como ciudadanos.
Outlines
😀 Introducción a la Filosofía Política
Michael Sandel, profesor de Filosofía Política en Harvard, destaca su interés por la filosofía como una disciplina que trasciende la academia y se relaciona con la vida cívica. Argumenta que la filosofía debe estar presente en los debates públicos sobre temas de justicia y ciudadanía. Sandel critica la falta de oportunidades en la política y el discurso público para abordar en profundidad cuestiones de gran relevancia para la sociedad, como la desigualdad, el nacionalismo y la pertenencia. Afirma que la filosofía es un campo vivo de debates y argumentos que tocan la vida de las personas y debe enseñarse de manera que involucre a los estudiantes en discusiones significativas.
🌐 Educación Cívica y Diálogo Global
Sandel discute su visión para la educación cívica en una era global, que va más allá de las fronteras nacionales y promueve un diálogo entre jóvenes de diferentes países. Presenta su curso de Justicia en Harvard como un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías pueden abrir el acceso a la educación superior y fomentar un debate público global. Describe el éxito del curso al ser difundido a través de televisión y Internet, logrando que decenas de millones de personas participen en discusiones filosóficas en línea. Propone la creación de un modelo de educación cívica global que incluya a la comunidad mundial y aborde temas éticos de importancia mundial.
🤔 Habilidades del Debate y Educación Cívica
Se explora la importancia de enseñar el arte del debate y la escucha activa como habilidades fundamentales para la educación cívica. Sandel señala que la educación cívica tradicional a menudo se centra en la estructura del gobierno y la historia política, pero no siempre promueve la participación cívica activa. Él aboga por una educación que prepare a los jóvenes para debatir y discutir cuestiones políticas y éticas de manera crítica. Destaca la necesidad de cambiar la percepción de los medios sobre el discurso público y fomentar un debate razonado en lugar de confrontaciones a gritos.
📺 Utilizando las Redes Sociales para la Educación Cívica
Sandel reflexiona sobre el potencial de las redes sociales como herramientas para la educación cívica y el desarrollo moral de la juventud. Aunque reconoce las distracciones que estas plataformas pueden representar, sugiere que se podrían utilizar de manera creativa para promover el diálogo y el debate sobre cuestiones filosóficas y cívicas. Propone la creación de contenido en redes sociales que invite a la participación en discusiones significativas y conecte con la vida pública y los temas actuales.
👨👩👧👦 La Influencia de los Padres en la Educación Cívica
Michael Sandel comparte su experiencia familiar y la importancia de los padres en la educación cívica desde la infancia. Describe cómo los padres pueden influir en los valores y la capacidad de los niños para debatir y reflexionar sobre cuestiones de justicia y ética. Sandel y su esposa Kiku Adatto crearon 'The Babayan Story Project', un recurso didáctico que utiliza cuentos para fomentar el pensamiento crítico y la educación cívica en niños pequeños. El proyecto busca animar a padres y maestros a iniciar conversaciones sobre valores y ética desde una edad temprana.
🏛️ La Sociedad de Mercado y la Educación
Sandel aborda el impacto de la sociedad de mercado en la educación y la vida cívica. Critica el enfoque meritocrático y competitivo que puede llevar a una educación centrada en la competencia y la excelencia académica en lugar del aprendizaje y la exploración. Argumenta que los incentivos económicos pueden erosionar valores no comerciales, como el amor por la lectura y el aprendizaje por su propio valor. Exhorta a tener debates públicos sobre el papel adecuado del dinero y la economía en la vida cívica y educativa.
🌟 Urgencia de Discusiones Éticas y Cívicas
El profesor Sandel destaca la urgencia de abordar cuestiones éticas y morales actuales, como la desigualdad creciente, la afiliación a comunidades políticas y la identidad en un mundo globalizado. Pide reflexionar sobre la lealtad a nivel nacional y mundial, y cuestionar qué nos debemos como ciudadanos en una sociedad justa. Sandel enfatiza la importancia de debatir estas cuestiones en términos de justicia y bienestar común para vivir bien en una sociedad equitativa.
Mindmap
Keywords
💡Filosofía Política
💡Ciudadanía
💡Desigualdad
💡Nacionalismo
💡Educación Cívica
💡Diálogo Público
💡Mercado
💡Cultura Política
💡Polarización
💡Identidad Política
💡Buena Vida
Highlights
Michael Sandel, profesor de Filosofía Política en Harvard, cree que la filosofía debe estar presente en la vida cívica y no solo en las aulas académicas.
Él insta a los ciudadanos a debatir grandes cuestiones como la justicia y la pertenencia en la sociedad.
Sandel percibe un interés en el público, especialmente entre los jóvenes, por participar en debates públicos sobre temas de relevancia.
Critica la falta de oportunidades en la política y el discurso público para debatir cuestiones profundas en la mayoría de países.
La filosofía, según Sandel, nos impulsa a reflexionar críticamente sobre nuestras propias creencias y convicciones.
Explica que las clases de filosofía en las escuelas a menudo no conectan los textos con la vida real de los estudiantes.
Él promueve un enfoque pedagógico que fomente la participación activa de los alumnos en discusiones relevantes para ellos.
Sandel utiliza ejemplos contemporáneos, como la desigualdad en la sociedad, para conectar la filosofía con la vida real.
Su curso de Justicia en Harvard tuvo un gran éxito, lo que llevó a la creación de un experimento de enseñanza utilizando tecnologías de vanguardia.
El experimento consistía en filmar el curso y ponerlo disponible en línea gratuitamente, permitiendo así el acceso a una audiencia global.
Decenas de millones de personas han seguido sus clases de filosofía a través de Internet, demostrando un gran interés en el tema.
Sandel tiene la visión de crear una educación cívica global que promueva el debate y la reflexión en línea sobre temas éticos a nivel mundial.
Identifica barreras para lograr una educación cívica global, incluyendo una definición limitada de la educación cívica y la falta de un discurso público robusto.
Propone la importancia del debate y la capacidad de escuchar como habilidades fundamentales para el éxito en la vida.
Sostiene que los medios de comunicación deben mostrar mejores ejemplos de debate cívico y ser un vehículo para la educación cívica.
Explora el uso de las redes sociales como una herramienta para fomentar la educación cívica y el desarrollo moral de la juventud.
Sandel destaca la necesidad de proteger a los jóvenes de la sociedad impulsada por el mercado y de incentivos que socaven valores no comerciales.
Discute sobre la 'hiperpaternidad' y su impacto negativo en el desarrollo de habilidades para explorar y reflexionar más allá de la competencia.
Aboga por la importancia de debatir públicamente sobre los valores en juego en diferentes ámbitos de la sociedad, como la educación, la salud y el medio ambiente.
Destaca cuestiones urgentes que necesitan ser discutidas, como la desigualdad, la afiliación a una comunidad política y la relación entre vivir bien y vivir en una sociedad justa.
Transcripts
Me llamo Michael Sandel y enseño Filosofía Política en Harvard.
La filosofía siempre me ha interesado mucho.
Pero no creo que la filosofía sea un tema puramente académico.
Yo creo que no debe estar presente solamente en las aulas,
sino también en la vida cívica,
donde los ciudadanos debaten grandes cuestiones,
como la justicia y lo que significa ser un ciudadano.
Hay un gran interés, entre el público en general
y los jóvenes en particular,
de participar en un debate público coherente
sobre las grandes cuestiones que les preocupan.
Cuestiones como qué hacer con la creciente desigualdad,
cuestiones como el nacionalismo, la comunidad y la pertenencia,
cuestiones sobre qué nos debemos unos a otros como ciudadanos.
Yo creo que esto se debe, en parte,
a que, en la mayoría de países,
la política, el discurso público general,
no da muchas oportunidades de debatir estas cuestiones en profundidad.
Michael, en tu opinión, ¿qué puede aportarnos la filosofía?
Porque aún prevalece la idea de que la filosofía es algo anticuado,
de que es una asignatura que dimos en la escuela.
En las escuelas españolas solía ser una asignatura optativa.
¿Por qué crees necesario que los estudiantes sigan teniendo
Filosofía en la escuela?
La filosofía nos insta a reflexionar de forma crítica
sobre nuestras propias creencias y convicciones.
Y nosotros, como individuos, somos así,
intentamos descubrir cuáles son nuestras propias creencias.
También es cierto que nosotros, como ciudadanos,
a menudo no estamos de acuerdo con la definición de "bien común",
que no estamos de acuerdo con una u otra política.
La filosofía examina las premisas fundamentales
sobre el bien y el mal,
sobre lo que es justo o injusto,
sobre lo que significa vivir bien.
A menudo, las clases de Filosofía que se imparten en las escuelas
consisten en el profesor aleccionando a los alumnos
o mandándoles leer libros,
escritos, en muchas ocasiones, por famosos filósofos del pasado.
Pero no conectan esos libros con sus vidas,
con las cosas que les importan.
Yo creo que la manera de practicar y de enseñar filosofía
es mostrar que la filosofía no es simplemente la historia de las ideas,
un compendio de reflexiones
de famosos del pasado.
La filosofía es un conjunto vivo de debates y argumentos
que atañen a nuestras vidas.
Y por eso yo no creo en enseñar con clases magistrales,
sino animando a los alumnos a participar en discusiones
sobre cosas que les importan,
y demostrarles cómo sus convicciones
conectan con grandes temas filosóficos.
Ese es inicio del aprendizaje.
Michael, ¿podrías compartir con nosotros un par de ejemplos
sobre cómo conectar la filosofía con nuestras vidas contemporáneas?
Claro.
Tomemos el ejemplo del aumento de la desigualdad
que estamos viendo en las últimas décadas.
No se ha debatido mucho en la política,
aunque todo el mundo es consciente de ello.
¿Qué deberíamos hacer con el aumento de la desigualdad?
¿Deberíamos hacer algo al respecto?
Esto es un punto de partida específico.
Por ejemplo,
pongamos un jugador de fútbol famoso que gana mucho dinero.
Ronaldo, por ejemplo.
Y pongamos a una enfermera
o a un maestro de escuela.
Comparemos lo que ganan.
Ronaldo gana mil veces más que una enfermera
o un maestro de escuela.
"¿Es eso justo?", les pregunto a mis alumnos.
"¿Cuántos pensáis que es justo y cuántos pensáis que es injusto?".
Los alumnos levantan las manos, dan su opinión,
y luego empezamos el debate. "¿Por qué?
¿Por qué creéis que es justo, si es lo que creéis,
que Ronaldo gane mil veces más que una enfermera o un maestro?".
Alguien explica su punto de vista y luego les pregunto:
"¿Quién no está de acuerdo y cree que es injusto y por qué?
Y entonces explican su punto de vista y así empieza la discusión, el debate.
Es sobre algo muy concreto,
pero que plantea una pregunta con una raíz muy profunda:
¿Cuál es el significado de una sociedad justa?
Michael, esta forma de ver la filosofía no es nada corriente.
Tú impartes un curso llamado Justicia, en Harvard, desde hace muchos años.
Ha tenido un gran éxito.
Tanto que tengo entendido que acabó siendo difícil de gestionar.
¿Por qué tuvo tanto éxito tu iniciativa
y por qué crees que no hay nada similar en todo el mundo?
Bueno,
yo intento que haya cosas similares en el mundo,
en cuanto a la forma de enseñar.
Es un nuevo tipo de educación cívica
que conecta la filosofía con las vidas de todos
y que puede despertar la imaginación de los estudiantes y de los jóvenes.
En mi curso de Justicia en Harvard hicimos un experimento.
Un año lo filmamos para la televisión pública,
y también lo subimos a Internet.
Queríamos ver... Esto fue hace algunos años,
antes de que hubiera MOOCs y cursos online.
Fuimos de los primeros.
Queríamos ver si podíamos utilizar las nuevas tecnologías
para abrir el acceso a las aulas de Harvard,
de modo que los estudiantes, y no solo los estudiantes,
sino cualquier persona del mundo pudiera asistir gratuitamente.
En eso consistía el experimento.
Nunca imaginamos, yo nunca soñé,
que decenas de millones de personas
quisieran asistir a clases de filosofía
a través de Internet, pero es justo lo que pasó.
Hay un gran interés por esto.
Y espero que podamos ir más allá de este experimento
y crear un nuevo modelo de educación cívica
que tenga una dimensión global.
Nos dimos cuenta de que la gente de China,
de Brasil, de toda Europa,
de África y de muchos otros países,
estaba interesada en debatir y reflexionar sobre estos temas.
Esto luego se convirtió en un recurso para las escuelas,
para los profesores de Educación cívica,
de Historia, de Sociales y de Filosofía.
Ahora, lo que me gustaría hacer es aprovechar aquel experimento
y crear oportunidades para un diálogo bilateral,
invitar al mundo a unirse al diálogo y al debate.
He estado experimentando con distintas formas
de llevar esto a cabo,
de modo que tenga lugar un diálogo que sobrepase las fronteras
y las diferencias culturales.
¿Cuál es tu visión sobre la educación?
Tengo una visión para la educación,
especialmente para la educación cívica.
La primera parte de la visión
es el experimento que realizamos:
hacer que la educación superior sea un bien público,
no solo un privilegio privado.
Que esté disponible gratuitamente, en Internet,
para profesores, estudiantes y ciudadanos de cualquier parte
que quieran aprovecharlo.
Pero, además de eso, tengo una ambición mayor,
que es crear una educación cívica adecuada a una era global.
La educación cívica tradicional
se circunscribe a las fronteras nacionales.
Se aprende sobre la bandera del país,
sobre su sistema de gobierno y puede que su historia política.
Lo que le falta a ese tipo de educación cívica
son dos cosas:
Una es que se circunscribe a las fronteras nacionales,
no es realmente global.
La otra cosa que falta es que no capacita a los jóvenes
para razonar o para discutir juntos
o para debatir como ciudadanos de una manera activa.
Así que mi visión es crear plataformas globales
para el discurso público
que inviten a los jóvenes de países de todo el mundo
a participar,
ayudados por las nuevas tecnologías e Internet,
en debates y discusiones significativos sobre las grandes cuestiones éticas
que necesitamos debatir más allá de las fronteras nacionales.
El cambio climático, por ejemplo,
la inmigración
y el significado de las fronteras entre los Estados nación.
Preguntas sobre la libertad de expresión.
¿Libertad de expresión frente a la incitación al odio?
Preguntas sobre justicia distributiva.
Cómo abordar las desigualdades de ingresos, de poder y de riqueza.
Estas son preguntas a las que los jóvenes de todo el mundo
tienen que estar expuestos
y sobre las que tienen que reflexionar.
Y la mejor manera de conseguirlo, en mi opinión,
es que practiquen participando en el debate de estas cuestiones.
Incluso con personas de fuera de su aula,
de fuera de su país.
¿Cuáles son las principales barreras que crees que nos impiden
lograr estas metas más globales,
esta educación cívica descentralizada?
Sí, las mayores barreras yo creo que son, en primer lugar,
una idea demasiado limitada de la educación cívica.
Con frecuencia pensamos que la educación cívica
solo significa enseñar a los alumnos el funcionamiento básico del gobierno,
y sobre su historia política,
y cuáles son los partidos políticos y las ramas del gobierno.
Saber esas cosas es importante,
pero no llega a ser participación cívica.
Ese tipo de educación cívica no capacita a los estudiantes
para pensar críticamente sobre las políticas públicas,
sobre las leyes y sobre el debate político.
Así que tenemos que enseñar el arte del debate político,
incluyendo el arte de escuchar,
que es una habilidad cívica muy importante.
El arte de escuchar,
no solo oír lo que otras personas tienen que decir,
sino entender las razones y principios detrás de sus opiniones,
sobre todo aquellas con las que no estamos de acuerdo.
Por lo tanto, uno de los obstáculos
es una definición muy limitada de lo que es la educación cívica.
Si miramos a nuestro alrededor y nos fijamos en la política actual,
no encontramos un discurso público robusto
apoyado en el civismo y el respeto mutuo.
Yo creo que ese es un obstáculo.
El otro obstáculo es conseguir salvar las distancias,
tratar de utilizar las nuevas tecnologías
para crear una especie de presencia e intimidad
que no es fácil de lograr cuando los debates
tienen lugar entre países y culturas diferentes
Una de las ideas de la que sueles hablar con frecuencia
y que acabas de mencionar,
es la importancia de incluir debate... -Sí.
-...en los planes de estudio. -Sí.
Que es algo que debería estar presente en el proceso educativo.
Sí.
-Durante todo el proceso educativo. -Sí.
Entonces, ¿cuáles dirías que son las habilidades
que el debate proporciona a las personas
para que luego puedan tener éxito en la vida?
Bueno, los jóvenes necesitan aprender la habilidad de debatir y argumentar,
incluso con argumentos de los que tendemos a rehuir
porque pueden implicar cuestiones éticas
o cuestiones sobre valores que pueden ser controvertidas.
Y este es uno de los desafíos para los profesores de educación cívica
tanto en las escuelas como en los institutos y universidades.
Muy a menudo, los profesores evitan debatir mucho en el aula,
y esto es comprensible,
porque se preocupan de que los estudiantes puedan chocar
y no respetarse unos a otros,
o que se limiten a gritar sus opiniones y convicciones.
Así que creo que tenemos que empezar en las escuelas.
Creo que también tenemos que intentar cambiar la forma en que los medios
nos enseñan en qué consiste el discurso público.
A menudo nos muestran ejemplos muy malos que nos dan una lección equivocada.
Nos muestran enfrentamientos a gritos
entre políticos de distinto signo político
en lugar de un debate razonado sobre cuestiones realmente importantes.
Así que, con el ejemplo, quiero tratar de encontrar maneras
de que los profesores de Educación cívica,
de Historia y de Filosofía
puedan capacitar a sus alumnos,
los empoderen para que puedan participar en este tipo de práctica cívica.
Entonces, ¿qué consejos les darías?
Tal vez se trata de elegir temas de debate
que conecten con la juventud actual.
Antes has mencionado el ejemplo del salario,
cómo difiere el salario de una enfermera del de un jugador de fútbol.
Sí.
Eso es algo con lo que es fácil conectar.
-Sí, así es. -¿Se trata de encontrar esos ejemplos?
Sí, creo que es importante empezar con ejemplos concretos,
que conecten, como dices.
Empezar con ejemplos concretos
sobre los que los alumnos ya tienen opiniones.
Aunque nunca hayan estudiado filosofía,
tienen opiniones sobre si los jugadores de fútbol
deberían ganar más que una enfermera.
Yo empezaría con esas opiniones.
Uno de los experimentos que llevé a cabo con la ayuda de la BBC
fue crear un programa que titularon The Global Philosopher,
El Filósofo Global,
donde utilizo un estudio de grabación un tanto atípico,
muy tecnológico, en Boston,
que tiene una pared con 60 monitores.
Este estudio nos permite conectar con gente de hasta 60 países
para dialogar y debatir conjuntamente.
Hemos grabado cuatro de ellos como un experimento.
Cuatro de estos debates filosóficos globales.
Uno de ellos trataba sobre inmigración y las fronteras nacionales,
otro era sobre la libertad de expresión frente a la incitación al odio,
otro fue sobre la meritocracia.
¿Los que están arriba merecen su éxito?
Y otro fue sobre el cambio climático.
¿Quién debería pagar el cambio climático?
Estas son preguntas controvertidas
sobre las que la gente tiene posturas muy marcadas.
Las posturas difieren, en cierta medida, de un país a otro.
Así que la tecnología con la que experimentamos
nos permitió tener a 60 personas en la pantalla.
Se podían ver unos a otros a través de Internet,
me podían ver a mí, y yo podía verlos a ellos
y nos oíamos mutuamente.
Así que podía lanzarles preguntas
y luego hacer que un estudiante de Nueva Delhi
respondiera a un estudiante de Chicago,
y luego hacer que otro estudiante de Buenos Aires
respondiera a un estudiante que a lo mejor estaba en Shanghái,
o en Mogadiscio,
o en Teherán,
o en Moscú.
Y así pudimos juntar a estudiantes de docenas de países
para que participaran en estos debates.
Y gracias a esta nueva tecnología, funcionó muy bien.
Está disponible en Internet para que cualquiera lo vea.
Es un experimento para impulsar no solo los cursos de educación cívica,
sino también para impulsar una mayor exploración.
Y me interesa mucho explorar las fronteras de la tecnología
para mejorar el diálogo
y el discurso público global que podemos tener.
Esa era la finalidad del experimento.
Me encantaría que compartieras con nosotros
algunas historias de estos experimentos
que has hecho con jóvenes de todo el mundo,
porque todavía existe la percepción
de que la juventud está, de alguna manera,
desconectada de los temas importantes,
y tú afirmas todo lo contrario,
que realmente les preocupan estos temas.
Sí, bueno.
Nosotros reunimos a un grupo de estudiantes
de Japón, China y Corea del Sur
para debatir el peso moral del pasado sobre el presente
y para preguntarles de qué modo la historia,
especialmente la historia de la Segunda Guerra Mundial,
sigue influyendo y complicando
las relaciones actuales entre estos tres países en particular,
para preguntarles qué piensan sobre la historia
que se les enseñó en su país
y en los países de los que procedían los demás estudiantes.
Pero lo que más me llamó la atención
fue la honestidad
y la pasión con la que hablaban estos jóvenes.
Reflejaban las sociedades de las que procedían,
pero también reflexionaban críticamente
sobre las historias que les habían enseñado.
Recuerdo un momento en particular
en el que estábamos discutiendo
la cuestión de pedir disculpas públicamente,
la exigencia de que Japón pidiera disculpas por sus actos
durante las décadas de 1930 y 1940
en China y Corea.
Este es un punto de tensión continua entre estos países.
Y una de las jóvenes de China...
Esto lo grabamos en Tokio.
Ella dijo: "En realidad,
hasta anoche,
yo no sabía que Japón,
en el pasado, se había disculpado".
Yo le dije: "¿Y cómo te has enterado?".
Y ella dijo: "Cuando llegué aquí anoche,
me conecté a Internet y busqué en Google,
y me enteré de cosas que no sabía".
Lo que más me llamó la atención
y lo que más me conmovió de esta conversación,
creo que estuvimos grabando durante tres o cuatro horas,
es que los estudiantes hablaban entre sí sobre sus diferencias,
acerca de las diferentes historias que les habían enseñado.
Y reflexionaban críticamente sobre lo que se les había enseñado
y se replanteaban, conforme íbamos hablando,
las fortalezas y debilidades de sus propias sociedades
y las historias que les habían contado.
Me pareció una experiencia muy conmovedora.
Otro ejemplo.
He participado en una serie de visitas, eventos y conferencias interactivas
en Brasil,
alguno coincidió con el período de los juicios por corrupción
y las protestas contra la corrupción.
Y una de las preguntas que hice
en uno de los eventos interactivos en Brasil fue, de nuevo,
la pregunta de si un jugador de fútbol merece ganar más que un maestro.
Y el ejemplo que utilicé, puesto que estaba en Brasil, fue Neymar.
¿Merece Neymar ganar más que un maestro?
¿Vale más Neymar que un maestro?
Debatimos sobre eso.
Entonces, cinco o seis meses más tarde,
hubo otra tanda de manifestaciones en Brasil.
Eran manifestaciones contra la corrupción y la desigualdad.
Y algunos de los manifestantes que había en la calle
llevaban carteles que decían:
"¿Vale más Neymar que un maestro?".
Y luego, el propio Neymar, al ver ese cartel,
para apoyar la manifestación,
levantó un cartel que decía:
"¿Vale más Neymar que un maestro?",
que dramatizaba esta cuestión
y mostraba la conexión entre los debates filosóficos
que tuvimos en la conferencia pública de filosofía en Brasil
y la propia vida pública,
incluyendo los argumentos que fomentan el activismo.
Y me pareció muy gratificante
porque confirmó mi esperanza
de que la filosofía no es un tema puramente abstracto.
Pertenece al mundo, pertenece a la ciudad,
donde los ciudadanos se reúnen, discuten y razonan juntos.
En este caso, incluyendo hasta al propio Neymar.
El debate es una fuerza social, ¿no es así?
Lo es, sí, así es.
Y creo que una parte de lo que hace que la filosofía
sea emocionante e inspiradora
es que habla del mundo en el que vivimos.
Y los argumentos que esgrimimos
y las conclusiones a las que llegamos
marcan la diferencia en nuestra forma de actuar en el mundo como individuos,
pero también, en muchos casos, colectivamente.
Si en vez de viajar a Brasil viajaras a España
y te reunieras con un grupo de jóvenes estudiantes en España,
¿qué cuestiones abordarías?
Bueno, hace poco hice un evento en España,
en Oviedo,
para un grupo de jóvenes
en la biblioteca histórica de la Universidad de Oviedo.
Este es un momento de intenso debate
sobre el significado de comunidad, afiliación y pertenencia,
y sobre el papel de la nación y el papel de las regiones,
el de la Unión Europea, por supuesto.
Por lo tanto, hay identidades en conflicto,
ideas de afiliación y pertenencia en conflicto.
Y ese fue el tema de la conferencia interactiva,
del debate que planteé.
Y una de las preguntas que hice fue:
¿Creéis que la educación cívica
debería fomentar
lealtad, patriotismo y orgullo
por vuestra comunidad política?
Y de ser así,
¿qué comunidad política creéis que habría que enfatizar más?
Y les di unas cuantas opciones:
región,
nación,
Europa, la Unión Europea,
o la comunidad mundial.
Y no es de extrañar que tuvieran respuestas diferentes.
Pero ese fue el punto de partida para un debate
sobre el significado de la comunidad política,
las fuentes de la identidad política,
qué hacer cuando surja tensión entre ambos,
como está pasando hoy día, también en España.
Y cómo debemos reflexionar
sobre lo que significa ser miembro de una comunidad política
o, más concretamente,
de comunidades políticas que se superponen
y que reivindican diferentes tipos de lealtades.
Esa fue la pregunta que discutimos y debatimos
hace poco en España y que despertó pasiones muy fuertes,
como puedes imaginar.
Has trabajado mucho con los medios de comunicación.
¿Cuál es para ti el papel de los medios de comunicación
a la hora de promover una mejor educación cívica?
Creo que los medios de comunicación
deberían ofrecer mejores ejemplos sobre debate cívico
que realmente llegue al fondo de las cuestiones
que preocupan a la gente.
Y yo no creo que esto sea...
Creo que la gente de los medios piensa que esto sería aburrido.
No estoy de acuerdo, creo que puede ser emocionante
para los participantes y para los espectadores
porque creo que hay una gran necesidad de un debate político mejor
en el que realmente discutamos grandes cuestiones que importan.
Hicimos un experimento en otro programa
en el que participé recientemente en la televisión pública holandesa,
donde reunimos a un grupo de jóvenes millennials
de entre veinte y treinta y tantos años,
en Grecia, en un antiguo anfiteatro griego
para recordar el espíritu de Sócrates.
Había 22 o 23 personas
de diferentes países europeos y algunas de América del Norte,
para debatir cuestiones
sobre el derecho a la privacidad, la discriminación,
la igualdad y la desigualdad,
los robots y la tecnología y las consecuencias para la humanidad.
Estuvimos debatiendo en este antiguo anfiteatro
estos temas tan contemporáneos para recordarnos
a nosotros mismos y a los espectadores
que los debates a los que nos enfrentamos hoy en día,
si los tomamos en serio y pensamos en ellos,
plantean grandes cuestiones filosóficas que se remontan a Sócrates.
Y creo que también vale la pena recordar,
y, en parte, por eso lo hicimos en Grecia,
que Grecia fue la cuna de la filosofía occidental.
Sócrates
fue el primer filósofo de la tradición occidental
y no daba conferencias desde un pedestal.
Ni siquiera escribió libros.
Vagaba por las calles de Atenas,
hablaba con los ciudadanos y les hacía preguntas.
Y según la respuesta que le dieran, les hacía otra relacionada.
Y, enseguida, la gente con la que dialogaba,
estaba haciendo filosofía.
Pero era una filosofía que surgía de la vida de la ciudad,
de las opiniones y convicciones que tenían esos ciudadanos.
Así que tratábamos de revivir el espíritu de Sócrates,
como una forma de educación cívica
que conecta la filosofía con nuestra vida cotidiana.
Insisto, es un experimento,
pero es un intento de demostrar
que el uso creativo de los medios de comunicación
puede ser un vehículo muy importante para la educación cívica,
que amplía lo que se hace en las escuelas
y puede ser un recurso para la escuela.
Pero no se detiene ahí, se extiende a las grandes cuestiones
a las que tenemos que enfrentarnos como ciudadanos.
Tengo que hacerte esta pregunta
porque estamos hablando de diferentes plataformas de educación cívica.
Para los millennials,
una de sus principales herramientas en su vida diaria
son las redes sociales. -Sí.
¿Cómo podemos utilizar las redes sociales
para fomentar también una mejor educación cívica
y hacer de ella algo que ayude al desarrollo moral de la juventud?
Sí, es una gran pregunta, porque, como profesor,
considero que la distracción de las redes sociales,
de las pantallas,
es una de las mayores barreras,
uno de los mayores obstáculos para el aprendizaje.
Tanto es así
que en mis clases he prohibido todo tipo de pantallas:
ordenadores portátiles, tabletas, teléfonos móviles.
Hay que apagarlos.
Y creo que agradecen esta prohibición
porque saben
que para sumergirse realmente en el aprendizaje,
especialmente el aprendizaje que implica discusión y debate,
y escuchar a otros estudiantes,
requiere un nivel de atención que es imposible de alcanzar
con las distracciones de las pantallas.
Así que creo que es una cuestión muy importante.
Sin embargo, coincido contigo
en cuanto a que no vamos a prohibir las redes sociales
una vez salgan de mi clase.
Por lo tanto, yo creo que tenemos que encontrar formas creativas
de hacer de las redes sociales un vehículo
para la educación cívica, la reflexión y el diálogo,
en lugar de ser una mera forma de vender cosas
y hacer publicidad,
que es lo que hacen en su mayor parte.
Así que lo que me gustaría hacer,
y esto forma parte de una ambición mucho mayor,
es crear recursos para la educación cívica
y utilizar las plataformas de las redes sociales,
estructuradas de la manera correcta,
como plataformas para una conversación global,
de modo que no solo sean lugares
a los que vas a buscar fotos graciosas de gatos
o de la última fiesta a la que asistió tu amigo,
sino que también puedes ir a ver, quizás,
una breve presentación sobre una pregunta.
Quizás una pregunta relacionada con las noticias del día
que plantee grandes cuestiones filosóficas
y que te invite a ti y a tus amigos de las redes sociales
a participar en un debate
sobre el titular del día,
un debate que apunte, al menos,
hacia las grandes cuestiones filosóficas.
Te he oído decir que crear estos recursos,
estas nuevas herramientas,
es la única manera, especialmente para la juventud...
Sí.
de mejorar su educación cívica
y de asegurarles un futuro mejor.
¿Se te ocurren otras herramientas
que creas que son importantes para este propósito?
Yo creo que la tecnología, en general, si la dejamos sola,
compite con la educación, compite por la atención
y dirige la atención, básicamente, hacia el consumismo,
hacia la publicidad, hacia comprar cosas.
Por lo tanto, mi gran ambición
es ver si hay maneras de utilizar las nuevas tecnologías,
incluyendo Internet,
pero también, en especial, las redes sociales
y los medios tradicionales, como la televisión, la radio y los pódcast,
para crear un conjunto de recursos suficientemente rico
que conecten la vida pública y los debates públicos,
y las discusiones públicas del momento
con cuestiones cívicas y filosóficas.
Siempre he pensado,
y me baso, en gran medida, en mi experiencia como profesor,
que desde los 17 hasta los 25 años
hay una ventana que está abierta.
Abierta a la exploración,
a cuestionar
y a pensar críticamente
sobre las propias creencias y opiniones,
y la visión del mundo.
Considero un privilegio poder tratar con estudiantes
cuando esa ventana está abierta.
A menudo, cuando viajo y doy conferencias,
por supuesto, no solo los jóvenes de todas las edades vienen
y expresan su interés en participar en los debates.
Pero sigo encontrando en todos los lugares donde viajo
que aquellos que vienen con la mayor pasión,
con actitud receptiva
y ansias por averiguar lo que creen realmente sobre las grandes cuestiones,
tienden a ser jóvenes.
Y esto me da esperanza para el futuro de la vida democrática.
Así que, en muchos países de todo el mundo, hoy en día,
hay una profunda frustración con los políticos,
con los partidos políticos,
con las instituciones políticas.
Y creo que esto se debe, en parte, a lo vacío que es el discurso público.
Lo que hoy en día pasa por un discurso político
consiste en un limitado discurso tecnocrático que no inspira a nadie
o, cuando la pasión entra en juego,
hay enfrentamientos a gritos en los que nadie escucha a nadie.
Así que en un momento en que hay una gran frustración con la política
y una pérdida de fe en los líderes,
instituciones y partidos políticos establecidos,
mis esperanzas están puestas sobre la generación más joven.
Yo creo que ellos representan la esperanza,
y nos corresponde a nosotros proporcionar herramientas,
recursos y oportunidades
para que la generación más joven piense en sus propios valores,
pero también a aprenda a persuadir, debatir y a entablar un diálogo
con sus semejantes.
No solo con sus vecinos,
sino también con jóvenes de diferentes sociedades de todo el mundo.
Michael, me gustaría seguir con esta idea
sobre el clima político actual. -Sí.
Es un tema que siempre ha estado ahí.
Pero parece que vivimos en una época en la que la polarización
es más extrema que nunca, diría yo,
y adquirir un criterio político
también se está volviendo más difícil
porque, mires donde mires, hay opiniones muy extremas.
Así que me gustaría saber qué opinas al respecto.
Es verdad, vivimos en una época polarizada
donde parece que hay muy poca base
para una política del bien común.
Y una de las características más perjudiciales de la polarización
es que la gente solo escucha opiniones que refuerzan lo que ya cree
y esto hace que el diálogo sea muy difícil.
Casi hasta el punto de que el diálogo y el discurso democrático genuino
es un arte perdido.
Es un arte perdido porque la gente
ha perdido la fe hasta en la posibilidad de debatir con personas
que no están de acuerdo con ellos.
Existe el temor de enfrentarnos, de generar conflicto y rabia,
o incluso de que esto conduzca a la coerción,
a la imposición de los valores de la mayoría sobre la minoría.
Y debido a esto,
tendemos a evitar el debate sobre valores en política.
Creo que es una de las razones
por las que el discurso público
de las sociedades democráticas de todo el mundo
parece ahora tan vacío y tan hueco.
Es vacío y hueco
porque casi tememos hablar con nuestros conciudadanos
sobre grandes cuestiones
como la justicia, la ciudadanía y el bien común
porque tememos no estar de acuerdo.
Creo que debemos superar esa reticencia
a plantear grandes cuestiones éticas en la plaza pública.
Ahora bien, la única manera de lograrlo
es cultivar ciertos hábitos
y normas de civismo y respeto
para que esos diálogos puedan ser fructíferos y puedan ir bien.
Y esa es la tarea de la educación cívica.
Creo que nuestras instituciones educativas
deben desempeñar un papel importante
en la creación de estas normas y hábitos de diálogo civil.
También creo que los medios de comunicación
tienen un papel importante que desempeñar
y, en general, no han estado a la altura de las circunstancias.
Así que no creo que podamos esperar
a que los partidos políticos o los líderes políticos por sí solos
eleven los términos del discurso público.
Los políticos tienden a querer evitar la controversia si pueden
y eso significa que tienen un interés, sobre todo,
en mantener las cuestiones éticas sobre valores a cierta distancia.
Así que creo que en lugar de esperar a que los partidos políticos
y los políticos nos salven,
necesitamos vigorizar el discurso público
haciendo que el sistema educativo y los medios de comunicación
hagan un trabajo mejor.
También es posible que necesitemos crear, dentro de la sociedad civil,
organizaciones y asociaciones
que puedan ofrecer a la gente práctica en la participación activa,
en el diálogo y la deliberación.
Así que en lugar de esperar la salvación
por parte de los partidos políticos o de los políticos,
creo que tenemos que empezar el trabajo de la ciudadanía democrática
rejuveneciendo la educación cívica en las escuelas,
en los institutos y en las universidades,
pero también, idealmente, con la ayuda de los medios de comunicación
y de las redes sociales,
utilizando las nuevas tecnologías donde sea posible
para proyectar y difundir oportunidades de diálogo cívico
y también para permitir que algunos de estos debates
tengan lugar entre culturas y países.
¿Cómo ves el papel de los padres respecto a este tema?
Creo que los padres pueden empezar temprano
a educar y orientar a sus hijos,
a reflexionar sobre lo que está bien y lo que está mal,
lo que es correcto
o incorrecto,
lo que es justo o injusto.
Yo recuerdo...
Tenemos dos hijos, y desde que eran muy pequeños,
acababan de empezar la escuela,
teníamos debates casi todas las noches durante la cena,
tal vez sobre algo que había pasado en la escuela,
algo que uno de nuestros hijos creía que tal vez era injusto,
tal vez el maestro había sido injusto con un alumno por alguna razón.
Y debatíamos estas cuestiones.
Eran cuestiones muy concretas.
Y nuestros hijos crecieron con el hábito de discutir,
debatir y analizar, desde muy jóvenes.
De hecho, mi esposa y yo...
Mi esposa es escritora, su nombre es Kiku Adatto.
Escribió un cuento para niños
sobre un monstruo que se embarca en un viaje.
Se llama 'Babayán y la estrella mágica'.
El monstruo, en su viaje,
sufre una especie de transformación moral.
Surgió de los cuentos que les contaba a nuestros hijos para dormir
cuando eran pequeños,
y luego escribió un libro para niños.
Y como contiene valores y personajes diferentes,
y cómo los juzgamos,
mi esposa y yo decidimos que podría utilizarse
para comenzar la educación cívica en las escuelas o en las familias
a una edad muy temprana,
para niños de cinco, seis, siete u ocho años.
Creamos una guía de la historia para maestros y familias
y la sacamos en varios países
como una forma de animar a los padres y maestros de niños pequeños
a comenzar temprano.
Ahora bien,
no estamos sugiriendo que deban comenzar con Platón e Immanuel Kant,
pero comenzar con cuentos para niños pequeños
es una manera de iniciar la reflexión ética y el debate.
Esa era la idea
detrás de la creación de 'The Babayan Story Project'.
Así lo llamamos.
Michael, has hablado en varias ocasiones sobre criar a los hijos
y sobre cómo estimular la conversación entre los padres y sus hijos.
Has hablado en varias ocasiones sobre la "hiperpaternidad".
Sí.
También llamada "paternidad helicóptero".
Padres que son muy protectores con sus hijos.
¿Cuáles son los peligros de criar así a los hijos?
Los peligros de la hiperpaternidad o de la paternidad helicóptero,
estar siempre encima de los niños mientras están en la escuela...
Yo creo que tenemos que estar en guardia.
Y digo esto después de haber sentido la tentación, como padre,
de tratar de dirigir a nuestros hijos
hacia el camino correcto en su educación,
para que les fuera bien en la escuela, en las actividades extracurriculares,
que les fuera bien en los deportes.
Y, hasta cierto punto,
es un instinto saludable,
una responsabilidad que todos los padres tienen
de hacer que sus hijos
sean lo más capaces posible en la escuela y fuera de ella.
Pero creo que, en nuestros días,
esto se lleva al extremo.
Los padres se extralimitan.
Lo veo en los estudiantes que vienen a mi clase de Harvard.
Han estado sujetos a una presión tan intensa,
especialmente de adolescentes,
una intensa presión por parte de sus padres
para estudiar mucho y obtener las mejores calificaciones
de cara a los exámenes de ingreso.
La presión puede ser tan intensa
que los estudiantes se vuelven altamente competitivos.
Pero cuando llegan a la universidad,
incluso cuando logran entrar en una muy buena universidad,
están heridos, en cierto modo,
porque les resulta difícil apagar ese instinto
de competir y de forzarse.
Y eso hace que sea difícil explorar,
dar un paso atrás
y reflexionar, y pensar,
y leer con curiosidad y receptividad,
que es realmente el objeto de ir a la universidad:
preguntar, cuestionar, reflexionar.
Yo creo que es necesario
diseñar un sistema educativo
que anime a los estudiantes a explorar, a averiguar quiénes son
y cuáles deberían ser sus propósitos en la vida,
y qué talentos deberían cultivar que no estén reflejados en los exámenes.
Yo creo que esto
es el peligro de la intensa presión competitiva de la hiperpaternidad
que vemos hoy en día.
Es algo que me preocupa.
¿Cuál crees que sería una manera saludable de criar a los hijos?
Yo creo que una manera saludable de criar a los hijos
sería exponer a los niños
a todas las oportunidades que puedan atraer su atención,
su pasión, su curiosidad
y luego tratar de seguirles para ver
qué es lo que realmente les intriga e inspira,
y animarles, presentarles las oportunidades,
pero protegiéndoles un poco de las intensas presiones
de una sociedad impulsada por el mercado
que no tiene reparos en convertir a los jóvenes
en instrumentos de una lucha competitiva y meritocrática.
Cuéntame más sobre eso, Michael, porque has escrito mucho al respecto.
¿Cómo afecta esta sociedad impulsada por el mercado
al desarrollo de una mejor educación cívica?
Bueno, pues...
En mi libro 'Lo que el dinero no puede comprar',
cuento cómo en las últimas décadas
hemos pasado de tener economías de mercado
a convertirnos en sociedades de mercado.
La diferencia es que una economía de mercado es una herramienta
que es valiosa y eficaz para organizar la actividad productiva,
pero una sociedad de mercado es un lugar donde casi todo está a la venta.
Es una forma de vida en la que el pensamiento y los valores de mercado
llegan a casi todos los aspectos de la vida,
las relaciones personales y la vida familiar,
la salud, la educación, la vida cívica.
Y esto es lo que creo que es perjudicial.
Te pondré un ejemplo muy concreto que tiene que ver con la educación.
Hay varias ciudades en Estados Unidos que han llevado a cabo un experimento:
Tratar de motivar a los niños a sacar buenas calificaciones en sus exámenes
ofreciéndoles incentivos económicos.
50 dólares por un sobresaliente, 35 dólares por un notable.
Lo han probado en Nueva York, en Chicago, en Washington D.C.
En Dallas, Texas,
tienen un programa que paga a los niños de ocho años
dos dólares por cada libro que leen.
El objetivo es admirable: fomentar la lectura.
Especialmente entre los niños que proceden de entornos desfavorecidos
donde no hay libros en casa.
El objetivo es encomiable.
Y sin embargo creo que representa el alcance del pensamiento de mercado
a un lugar que no le corresponde.
Porque, ¿qué clase de mensaje enseña esto realmente?
Es posible que, a corto plazo,
consiga que los niños lean más libros.
De hecho, lo que pasó fue que leyeron más libros.
También los que libros que leían eran más cortos.
Pero la verdadera pregunta es qué pasará con estos niños
cuando dejen de pagarles.
¿Seguirán leyendo por amor al aprendizaje
o les habrá enseñado el incentivo económico
que la lectura es una especie de tarea,
como un trabajo que se debe hacer por dinero?
Si eso es lo que aprenden,
entonces el amor intrínseco por la lectura
puede verse desplazado
por este incentivo económico impulsado por el mercado,
totalmente interesado.
Este es un pequeño ejemplo
de cómo los valores de mercado y el pensamiento de mercado,
en los aspectos de la vida que no les corresponden,
pueden eliminar valores ajenos al mercado
que vale la pena fomentar.
En este caso, el amor intrínseco por el aprendizaje y la lectura.
Creo que debemos ser muy cuidadosos en la forma en que lo hacemos
y en las influencias que imponemos a nuestros hijos
cuando tratamos de ayudarlos a tener éxito en la escuela.
¿Cómo fijamos esos límites?
¿Cómo decidimos que los mercados tienen que llegar hasta aquí,
que este no es lugar para los mercados?
Es una pregunta muy buena y muy difícil,
porque no creo que haya una sola fórmula o principio
que pueda decirnos dónde deben estar los mercados y dónde no.
Pero creo que necesitamos debatir esta cuestión públicamente,
caso por caso.
Y la respuesta puede diferir si hablamos de incentivos económicos
por leer libros en las escuelas
de la pregunta de si debemos permitir
la compraventa de permisos de emisiones de carbono
cuando estamos tratando de hacer frente al cambio climático.
O si, en algunos casos,
estamos tratando de dar incentivos económicos
por un comportamiento saludable,
por perder peso, por ejemplo, o por dejar de fumar.
¿Qué pasa ahí con los incentivos económicos?
En algunos lugares, algunas compañías de seguros,
algunos servicios sanitarios lo han hecho.
Por lo tanto, creo que tenemos que debatir caso por caso
el papel y el alcance apropiados del pensamiento económico y de mercado
en la educación, en la salud,
para abordar el medio ambiente,
en la aplicación de la ley.
Hay un programa en algunas ciudades de Estados Unidos
para tratar de reducir el crimen
pagando a los excriminales para que no maten.
¿Lo habías oído? -No.
Ese es un ejemplo bastante extremo.
Así que ya se trate de justicia penal, de salud o de educación,
necesitamos debatir públicamente
cuáles son los valores que están en juego.
¿Cuál es el riesgo de que el uso de una herramienta de mercado
pueda erosionar o socavar un valor no comercial
como el amor intrínseco a la lectura o al aprendizaje,
a cuidar de la propia salud por respeto a uno mismo
y a una buena vida,
en lugar de que alguien te pague para que dejes de fumar?
Tenemos que debatirlo.
Esto se remonta a lo que hablábamos antes
sobre estar más dispuestos a admitir cuestiones éticas
en el debate público.
Este es un buen ejemplo.
No podemos decidir
cuál debería ser el papel apropiado del dinero en los mercados
en una buena sociedad
a menos que tengamos debates sobre cómo valorar la educación,
cómo valorar la salud,
qué actitud hacia la naturaleza y hacia el medio ambiente
queremos cultivar.
Así que creo que necesitamos tener debates más explícitos
sobre la justicia y lo que significa vivir bien,
en todas estas áreas,
porque solo una vez que debatamos estas cuestiones
podremos empezar a decidir
dónde están los mercados al servicio del bien público y dónde no.
¿Cuáles son los temas o asuntos que crees que son más urgentes,
las cuestiones éticas, los dilemas morales
que creas que no podemos retrasar más,
que no podemos esperar más
y que tenemos que empezar a discutir ahora mismo?
Yo diría: ¿Qué debemos hacer con respecto a la creciente desigualdad
que ha surgido en las últimas cuatro décadas
dentro de los países y entre países?
¿Cómo debemos reflexionar sobre las complejas cuestiones
de la afiliación y pertenencia a una comunidad política?
¿Deberíamos considerarnos, principalmente,
miembros de Estados nación
o debemos cultivar también
un sentido de lealtad y obligación
hacia la comunidad mundial de la humanidad?
¿Y qué pasa con las fuentes regionales y locales de comunidad e identidad?
Tenemos que pensar en todas estas cuestiones
de identidad, afiliación y pertenencia.
Y, por último, creo que debemos preguntarnos
qué nos debemos los unos a los otros como conciudadanos.
¿Qué significa vivir bien y hasta qué punto vivir bien
requiere que aprendamos a preocuparnos
no solo por nosotros mismos y por los miembros de nuestra familia,
sino también por las comunidades más amplias en las que habitamos?
En otras palabras,
¿cuál es la relación entre vivir bien y vivir en una sociedad justa?
Yo creo que estas son algunas de las cuestiones más importantes
que necesitamos debatir urgentemente
y desarrollar una forma de discutir y debatir
sobre una base de civismo y respeto mutuo.
Creo que es una forma perfecta de poner fin a esta entrevista.
Así que muchas gracias. -Gracias a ti.
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